sábado, 7 de enero de 2012

Fragmento de la presentación del libro "Pequeño equipaje, grandes ilusiones. La migración árabe a Colombia" de Pilar Vargas , realizado por Yamid Amat

Fragmento de la presentación del libro "Pequeño equipaje, grandes ilusiones. La migración árabe a Colombia" de Pilar Vargas Arana, realizado por Yamid Amat, durante el Primer Congreso Lo Arabe en America, realizado en Cartagena , 26 de noviembre de 2011


El actual premio Nobel de Literatura, Mario Vargas era un ferviente seguidor de Israel. En su libro "Israel - Palestina. Paz o guerra santa", escribió lo siguiente: "En teoría los palestinos en las tierras ocupadas por Israel, son ciudadanos a carta cabal, con los mismos derechos y deberes que los judíos. Pero, en la práctica no lo son, sino ciudadanos discriminados, para los que no existen las mismas oportunidades de que gozan aquellos y que tienen tanto los accesos a los servicios públicos -educación, salud- como al empleo, la adquisición de propiedades, o el simple movimiento físico, mediatizados, recortados o suprimidos con el argumento de que estas cortapisas y limitaciones son indispensables para la seguridad de israel.

Agrega el gran escritor peruano:

"En los treinta y ocho años de ocupación, los palestinos han visto sus tierras expropiadas e invadidas por cientos de miles de colonos que, casi siempre alegando los derechos divinos, se posesionaban de un lugar y de unos campos, los cercaban y venía luego el ejército a proteger su seguridad y a consumar el despojo, manteniendo a raya o expulsando a los despojados.

Este proceder abusivo ha sido el mayor obstáculo para un acuerdo de paz, pues, a la vez que, de palabra, los gobiernos israelíes decían siempre desearla, en la práctica la desmentían con una política que a ojos vista iba aumentando y refrendando la ocupación colonial". En varios textos consultados se afirma que del millón trescientos mil palestinos que habitan en los 365 kilómetros cuadrados de Gaza -el lugar de mayor densidad demográfica de Oriente Próximo-, más de dos tercios se apiñan en las ratoneras humanas que eran los campos de refugiados, en 1948, cuando unos ochocientos mil palestinos fueron desarraigados de sus aldeas y aventados al exilio. Sólo unos ciento cincuenta mil permanecieron en Palestina. Medio siglo después todavía existen campos de refugiados en Gaza, Cisjordania, y en Siria, Líbano y Jordania donde viven aún varios millones de los siete en que se calcula la población palestina ( un millón de ellos son ciudadanos israelíes).

Opina Vargas Llosa que mucho le gustaría que se viera en Israel el documental "Death in Gaza" que pasó hace años la televisión británica. Fue dirigido por el camarógrafo James Miller, que murió por disparos del ejército israelí mientras estaba filmándolo. "Entre los testimonios -escribe Vargas Llosa- hay el de una adolescente, que ha perdido ocho miembros de su familia, y que mira a la cámara con una desazón y un vacío profundo, como si ya estuviera muerta. Mientras lo veía, de pronto sentí que las lágrimas me mojaban la cara! Parece mentira que la hermosa gesta de los sionistas que, después de sufrir tanto en Europa, y que llegaron a Palestina a convertir el desierto en un vergel y a construir una sociedad fraterna, libre y generosa, haya terminado en esta vergüenza.


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